¿Qué es lo que nos hace tener moral? ¿Qué ciertos comentarios o acciones nos parezcan agradables o que estén fuera de lugar?
A The Innocents le pasa también un poco como a Thelma. Y es que hay un estilo muy marcado por el propio autor, que es como ese ambiente extraño en el que nos introduce ya de primeras advirtiéndonos de que "algo extraño pasa."
Al principio de la película, vemos como Ida, una niña de 10 años, se muda a una nueva ciudad con su familia. Su hermana Anna padece un autismo severo que hace que la familia le preste una constante atención, haciendo crecer a Ida en un ambiente en el que se siente poco escuchada.
Es esto lo que la llevará quizá al "camino del mal" o así lo parece, cuando a lo largo de su primer día se encuentra con un niño que parece tener unos asombrosos poderes y que, como veremos después, no utiliza para buenas intenciones.
Sin pretender hacer spoilers, y con una escena tremendamente escabrosa, se da un giro de guion tremendo y vemos como Ida, que hasta entonces había disfrutado de la maravilla de tener un amigo "mago" comienza a reflexionar sobre las acciones que este lleva a cabo. Mientras tanto, Anna, se encontrará con Aisha, una niña capaz de entender todo lo que siente y piensa Anna aún si ella no puede expresarse; creando una metáfora preciosa sobre la empatía.
Y es que este último punto también es muy interesante de destacar. Ida, que nunca había comprendido del todo lo que le pasaba a Anna, creía que ella no sentía dolor porque cuando la pellizcaba, no emitía ningún tipo de queja. Una vez Aisha le enseña implícitamente que Ana si siente y padece, Ida sabe que ha hecho mal. Y es aquí donde está verdaderamente la reflexión: en el camino hacia la empatía.
Mientras su amigo Ben, vive una serie de circunstancias que lo llevan por el mal camino, Ida obtiene la capacidad de reflexión y de salvarse de todos los sucesos mágicos y extraños que suceden en el día a día (y ojo, delante de los padres, una reflexión en imagen sobre el silencio y el acoso impresionante).
La cinta no es por supuesto, una cinta que culpe al malo de ser malo. A Ben se le da una explicación, una explicación dura y silenciosa, en la que el espectador tiene que estar muy atento a la vida de Ben, a su soledad, al trato diferente, a ese moratón en el cuerpo que se ve en una de las escenas cuando se quita la camiseta... y a la diferencia en cuanto a calidez en el hogar. Sin pretender una justificación de los actos, Vogt vuelve de nuevo a hacer hincapié en el concepto de la empatía, teniendo como recurso a Ida, una niña que podía haber sido como Ben, pero que gracias a sus vivencias pudo obtener otro resultado final en su vida.
Por lo que la película, en resumidas cuentas, más que tratar de esclarecer el concepto de la moral en el término de barajar qué está bien y que está mal, nos lo saca de sí. Es decir, no hay nada bueno ni malo, hay situaciones que están mal, y situaciones en las que hay que hacer el mal para conseguir el bien. Aunque la dos historias, las de Ben y las de Anna, parten bajo la misma idea de discriminación, de sentimientos de soledad....el espectador siempre va a posicionarse respecto a lo moralmente establecido, a lo apelado como "justicia" en términos de sociedad colectiva. Aunque ello no quita, que no debamos hacer una reflexión sobre...¿Qué es lo que ha hecho mal esta sociedad que ha llevado a un niño a desviarse por las sendas del mal? ¿La frustración ante el sentimiento de inadaptación? ¿La total soledad? ¿Una familia rota, autoritaria? ¿Y quizá la falta de empatía?
Una película que nos pone en una posición polémica, y que nos hace pensar al mismo tiempo que observamos la gran diversidad de personajes y sus problemas, en un mundo en el que reinan los mayores, y en el que también reina el silencio.


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